Viajar solo es emprender un doble viaje: seguir una ruta que nos llevará a territorios y países desconocidos y, a través de la soledad del viajero, adentrarnos en un camino hacia el autodescubrimiento. Camino y soledad.
Emprender un viaje es comprar experiencias, atesorar recuerdos que resistirán mejor el paso del tiempo que aquel teléfono inteligente, la tele de última generación que adquirimos o las zapatillas deportivas que nos costarán un pastón solo para parecernos al ídolo de moda. Todos esos objetos materiales se deteriorarán y acabarán corrompiéndose tras el paso del tiempo.
Pero los recuerdos de los sitios que fuimos a visitar, las gentes que conocimos y las aventuras vividas son un tesoro que permanece a salvo en nuestras emociones. Son bienes imperturbables a la caducidad tecnológica o al deterioro físico. Seguirán ahí vivas para siempre, dispuestas a desplegar los colores de los bosques, el rumor de los ríos, los aromas de las calles y el trajín de las ciudades con solo cerrar los ojos y evocar el recuerdo de las aventuras vividas.
Muchos son los viajeros que han ido un paso más allá de la simple experiencia de viajar para conocer otros lugares, y han emprendido expediciones a lugares remotos imponiéndose retos como recorrer el mundo a pie, en bicicleta, en moto y atravesando los desiertos en pequeños veleros candidatos ideales para ser atravesados por un rayo o devorados por una tormenta en alta mar. La mayoría lo consiguieron.
Una experiencia que explora tus propios límites
Realizar un viaje en solitario y emprenderlo a través de países lejanos, con idiomas que desconocemos y sin saber a los desafíos a los que nos vamos a enfrentar, puede convertirse en una oportunidad valiosa para aprender a conocernos a nosotros mismos y a superar nuestros miedos.
Para muchos aventureros que se han atrevido a viajar solos, esta se convirtió en una de las más reconfortantes experiencias de su vida. Afirman haber crecido como personas, aprender a valerse por sí mismos y a asombrarse de ser capaces de llegar a límites que antes les parecía imposibles de abordar.
Los viajeros solitarios que se hacen al camino por primera vez suelen tener en común alguna de estas inquietudes:
Miedo a lo desconocido
Pensar que el idioma será una barrera que no podrán sortear.
Miedo a volar, a hacerse a la mar o cruzar fronteras peligrosas.
Muchos de estos miedos surgen de la creencia equivocada de que en otros países la gente es peligrosa porque sí, que hay más delincuencia, que se secuestra a un extranjero cada cinco minutos, que la lluvia inunda más, el sol pega más fuerte y la comida nos va a producir gastroenteritis.
Todo esos son prejuicios sin fundamento. La gente buena no solo se encuentra allí donde vivimos: las hay en cualquier sitio y el nativo de cualquier parte suele ser muy hospitalario y predispuesto a ayudar al viajero que viene de tan lejos solo para admirar su tierra y disfrutar de su cultura y sus costumbres.
Aprende nuevas culturas
Mark Twain, que era un escritor bastante irónico y siempre tenía una frase lapidaria para todo, afirmaba que “viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”.
Lo que quería decir el novelista estadounidense es que casi todas las malas opiniones que tenemos de la gente extraña que conocemos desaparecen una vez las conozcamos.
Siempre nos encontraremos en los países que visitemos costumbres que nos sorprenderán, otras que nos agradarán y algunas otras que nos harán un agujero en el estómago.
Si en España tenemos la costumbre de hacer batallas de tomates en La Tomatina, correr delante de los toros en los San Fermines o celebrar la entrada del año acompañando con una uva cada campanada, los norteamericanos tienen su Día de la Marmota, muchas tribus africanas practican la mutilación genital, en la República Checa los hombres golpean suavemente a sus mujeres con una vara el lunes de Pascua para favorecer la fertilidad, o en la India se lanzan los bebés recién nacidos desde una altura de 15 metros para propiciarles la inteligencia y atraer la prosperidad.
Gana seguridad en ti mismo
Viajar solo nos hará conocernos mejor, a ser más fuertes emocionalmente, a reconocer mejor hasta dónde somos capaces de llegar, a descubrir nuevas capacidades que creíamos que no teníamos.
La vida se saborea más despacio, en cada paso aprendemos a estar más atento a los detalles, a disfrutar de los pequeños milagros de la naturaleza.
Cada situación de la que salgamos airosos nos irá haciendo más fuertes emocional y espiritualmente.
Algunos viajeros cuentan que los viajes largos y a solas desarrollan un instinto que hace que podamos reconocer si las decisiones que vamos a tomar están bien encaminadas o no.
Al confiar en nuestras intuiciones, fortalecemos también nuestro carácter y afianzamos nuestra personalidad.
Algunos consejos que te serán muy útiles
Entre las razones más citadas por los que los viajeros deciden ir solos se encuentran el hecho de lograr un reto personal, el placer por la aventura y la alegría de hacerlo en soledad, no haber sabido convencer a alguien para que se uniera a la aventura, no tengo nada en común con las personas que me quieren acompañar, búsqueda de la libertad, ansia por encontrar nuevos retos y deseo de disfrutar con nuevas experiencias.
Algunos consejos para viajar solo:
Infórmate previamente de los sitios más problemáticos con los que te vayas a encontrar.
Ten informado a alguien siempre sobre tu paradero en cada etapa de tu camino.
Hostales y albergues son más adecuados que los grandes hoteles para encontrar a otros viajeros solitarios.
Disfruta del viaje conociendo el lugar por ti mismo. Conoce a la gente y explora los lugares olvidándote de guías y recomendaciones.
No tengas miedo a conocer a la gente. Disfruta de las personas tanto como del paisaje o de las costumbres.
Compra un móvil libre para poder colocarle un SIM local allí por cada país donde pases.
No viajes de noche.
Hay sitios donde se puede comer acompañados de otras personas. El mealsurfing en restaurantes que tengan mesas grupales o communal table (Google te dirá dónde encontrarlas).
Sonríe y saluda.
No quedes mal pasándote con el alcohol o mostrándote descortés con las personas. No montes películas ni armes el pollo de ninguna manera.
Inscríbete en tours guiados.
Si te ausentas de noche de tu hotel, deja una nota indicando el sitio a dónde vas y la persona con quién lo haces.