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Hay gente que es capaz de salir a bailar en medio de todo el mundo, sin importarle absolutamente nada lo que vayan a opinar de él o ella, dejándose llevar por sus propias ideas, por sus deseos, y aparcando las inhibiciones. Y luego están los que apenas pueden mirar a los ojos a otras personas cuando hablan con ellas, especialmente si son desconocidas. La vergüenza, que muchas veces se asimila también la timidez, es algo muy común hoy en día, para nada extraño, pero aun así suele ser vista como un defecto, sobre todo cuando afecta a nuestra vida habitual. Somos seres sociales y estamos entablando conversaciones e interacciones sociales cada dos por tres con los demás, así que tener vergüenza puede ser contraproducente si eso nos impide dar nuestra mejor imagen, o relacionarnos como deberíamos. De hecho, la timidez hace que muchos niños y jóvenes queden casi aislados, por no saber cómo vencer ese miedo a dar el primer paso y encontrar amigos.

La vergüenza es algo natural, un mecanismo que tenemos, de origen social eso sí, para no llamar tanto la atención, para no hacer cosas que los demás puedan considerar erróneas o censurables. Y sin embargo, el término “vergüenza” muchas veces se confunde con la propia timidez, que es a lo que se llega cuando restringimos por completo nuestro contacto con el resto del mundo, cuando tenemos problemas para socializar e interactuar con los demás. Hay personas que son felices de esta forma, teniendo un perfil bajo, sin llamar la atención entre sus semejantes, pero en otros muchos casos la vergüenza puede ser una barrera bastante importante a la hora de conseguir lo que queremos, desde encontrar paraje hasta participar en el buen ambiente de trabajo que hay en la oficina. En este artículo vamos a dar algunos consejos sencillos pero muy útiles para poder perder la vergüenza, y que no se convierta en una barrera para nuestro desarrollo y nuestra felicidad.

Trabajar en tu autoestima

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En muchas ocasiones, la timidez y la vergüenza vienen de la mano de una baja autoestima. Las personas que no tienen mucha confianza en sí mismas suelen pensar que todo el mundo les va a mirar y se va a reír de ellos si hacen algo, o que la gente les va a juzgar en cuando digan o hagan algo. Por eso prefieren no señalarse, no ponerse en esa situación donde puedan quedar en vergüenza. Es un pensamiento que se arraiga desde pequeños y que puede ser muy perjudicial para nuestro desarrollo como personas, ya que debemos fallar, aprender a aceptar las críticas e incluso entender que se rían de nosotros para poder reforzar nuestro autoestima y sacar lo mejor que llevamos dentro.

¿Cómo conseguimos esto? Lo primero de todo es ser capaz de reconocer nuestros puntos fuertes y débiles, y tratar de hacerlo con total objetivad. La persona con baja autoestima siempre se ve peor de lo que es, porque no tiene ese amor propio que le hace destacar también sus partes buenos, las positivas. Trabajaremos, por ejemplo, en mejorar nuestro aspecto físico si pensamos que nos puede ayudar a tener una mejor percepción de nosotros mismos. Lucharemos por alejarnos de las personas tóxicas que puedan estar dañándonos, y entenderemos que, sin ser perfectos, valemos mucho la pena. Que si alguien se ríe de nosotros, el problema es suyo, porque no es capaz de empatizar con los demás. Y que nuestro amor propio debe estar por encima de las posibles críticas que recibamos.

No temas mostrar tus imperfecciones

Habrá personas espectaculares, que sean capaces de llevar a cabo grandes proyectos, listas, inteligentes, atractivas… Pero créenos, nadie es perfecto, por mucho que algunos intent3en parecerlo, y más en esta época de redes sociales. Todos tenemos nuestros traumas, todos tenemos nuestros defectos, pero lo inteligente no es obviarlos y hacer como si no existieran, sino más bien aprender a vivir con ellos. Son parte de nuestra propia vida, así que hemos de aceptarlos. De esa manera también demostraremos que hemos sido capaces de querernos a nosotros mismos, de ganar en amor propio, y esa es la mayor fortaleza que podemos tener frente a cualquier arrebato de vergüenza que nos surja de repente.

Hay gente que, de hecho, ha aprendido a hacer de las imperfecciones sus propios puntos fuertes, consiguiendo así que no valga la pena tenerlas en cuenta para burlarse de esa persona o lo que sea. Somos como somos, y siempre podemos mejorar, pero eso no quita que nuestras imperfecciones también hablen de nosotros, que sean algo positivo que nos ayude a tener una mejor visión de nosotros mismos. La vergüenza viene dada por el miedo a que los demás nos juzguen, pero eso va a ocurrir, nos guste o no, y además eso dirá mucho más de ellos que de nosotros, que simplemente queremos vivir en paz y ser felices con nosotros mismos.

Márcate objetivos

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Si tienes miedo escénico o un problema bastante importante de vergüenza o timidez, que incluso te impida hablar con otras personas de forma natural, lo más recomendable es trabajar en mejorar ese aspecto para que puedas ganar en confianza, y con ello, también alejar tus miedos y tus vergüenzas. Marcarse pequeños objetivos que vayas pudiendo superar te dará la sensación de ir llegando mucho más lejos, de ir mejorando aunque sea poco a poco. Por ejemplo, ir a comprar el pan todos los días, o hablar más con tus compañeros de trabajo, puede ser un buen comienzo para entablar relaciones sociales que hagan que tu vergüenza vaya desapareciendo poco a poco. Este tipo de procesos también se pueden llevar a cabo con profesionales, a través de terapias, pero incluso uno mismo es capaz de tomar la determinación de mejorar.

Rodéate de gente desinhibida

Es algo común que la gente tímida suela relacionarse con personas también tímidas o algo vergonzosas, creando una especie de burbuja de la cual es complicado salir, porque al final encuentras ahí a tu gente de confianza y piensas que ya no necesitas más amigos. Sin embargo, rodearse de gente desinhibida, que no tenga esa vergüenza, puede ser también una buena forma de quitarnos de encima la timidez. Es casi una terapia de choque, pero suele funcionar muy bien porque al final estamos saliendo con personas que no tienen ningún reparo en hacer lo que hacen, y que nos mostrarán que hay que enfrentarse a las relaciones y al mundo sin miedos.