El ser humano puede considerarse como la especie más avanzada que haya pisado este planeta, al menos según su propio conocimiento. Hemos alcanzado un punto de evolución que nos ha permitido cambiar nuestro entorno a nuestro favor, con las comodidades que eso conlleva. Nuestra inteligencia nos ha llevado a crear inventos y artilugios que nos permiten controlar prácticamente a todas las demás especies. Este poder, sin embargo, conlleva una gran responsabilidad que está claro que no siempre hemos sabido saldar para bien. Porque la evolución también nos ha llevado por la vía de la ambición y la guerra, del exterminio de especies, de la deforestación de los lugares naturales. Es realmente irónico que la misma especie que ha logrado llegar la cima del planeta sea la que se lo vaya a cargar, o al menos así lo apuntan todos, visto lo visto.
Es la misma ironía que subyace del hecho de que a veces le damos muy poca importancia a cosas vitales en nuestra vida. O incluso dándoles importancia, no hablamos sobre ellas, porque suponen un tabú para la sociedad. Ocurre con el sexo, por ejemplo, que todavía a día de hoy sigue siendo visto como algo sucio y peligroso, visión que afecta a la manera en la que nos entregamos a él en muchas ocasiones. El desconocimiento, el miedo, la búsqueda de sensaciones distintas a través de una pasión mal entendida… Mientras el sexo siga siendo un tabú, el ser humano seguirá teniendo problemas para relacionarse de una manera sana. Y esto repercutirá, de forma evidente, en nuestra salud sexual, que es uno de los puntales de nuestro propio bienestar. Como la salud física o la emocional, la salud sexual sirve como base para que nuestra vida sea satisfactoria en todos los sentidos, para hacernos sentir bien y llevar una existencia plena. Pero, ¿cómo vamos a tener una salud sexual bien aprovechada si no somos capaces de hablar sobre ello? La importancia del sexo en nuestra vida es evidente, pero todavía hay quienes se niegan a otorgársela, por seguir considerándolo un tabú.