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El ser humano puede considerarse como la especie más avanzada que haya pisado este planeta, al menos según su propio conocimiento. Hemos alcanzado un punto de evolución que nos ha permitido cambiar nuestro entorno a nuestro favor, con las comodidades que eso conlleva. Nuestra inteligencia nos ha llevado a crear inventos y artilugios que nos permiten controlar prácticamente a todas las demás especies. Este poder, sin embargo, conlleva una gran responsabilidad que está claro que no siempre hemos sabido saldar para bien. Porque la evolución también nos ha llevado por la vía de la ambición y la guerra, del exterminio de especies, de la deforestación de los lugares naturales. Es realmente irónico que la misma especie que ha logrado llegar la cima del planeta sea la que se lo vaya a cargar, o al menos así lo apuntan todos, visto lo visto.

Es la misma ironía que subyace del hecho de que a veces le damos muy poca importancia a cosas vitales en nuestra vida. O incluso dándoles importancia, no hablamos sobre ellas, porque suponen un tabú para la sociedad. Ocurre con el sexo, por ejemplo, que todavía a día de hoy sigue siendo visto como algo sucio y peligroso, visión que afecta a la manera en la que nos entregamos a él en muchas ocasiones. El desconocimiento, el miedo, la búsqueda de sensaciones distintas a través de una pasión mal entendida… Mientras el sexo siga siendo un tabú, el ser humano seguirá teniendo problemas para relacionarse de una manera sana. Y esto repercutirá, de forma evidente, en nuestra salud sexual, que es uno de los puntales de nuestro propio bienestar. Como la salud física o la emocional, la salud sexual sirve como base para que nuestra vida sea satisfactoria en todos los sentidos, para hacernos sentir bien y llevar una existencia plena. Pero, ¿cómo vamos a tener una salud sexual bien aprovechada si no somos capaces de hablar sobre ello? La importancia del sexo en nuestra vida es evidente, pero todavía hay quienes se niegan a otorgársela, por seguir considerándolo un tabú.

¿Por qué es importante el sexo en nuestras vidas?

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Somos animales, por muy evolucionados que estemos, y llevamos grabados a fuego en nuestra mente, en nuestro cuerpo, los mismos instintos que otras tantas especies. Nosotros, por fortuna, tenemos el don del raciocinio, ese pequeño instante que separa el instinto de la acción, para pensar si lo que vamos a hacer es o no lo correcto. Por cómo están yendo las cosas, muchos dirían que este don no es común a todos los seres humanos, pero es más bien una forma poco eficiente de utilizarlo, no tanto su ausencia. Más allá de ese raciocinio, el instinto sexual sigue latente en todos nosotros, de manera más o menos intensa. Hemos nacido para reproducirnos, para encontrar una pareja sexual y tener descendencia.

Esta visión es muy reduccionista, más en los tiempos que corren, pero es imprescindible para entender la importancia que tiene el sexo en nuestras vidas. Porque no se trata simplemente de algo que nos da placer y bienestar, aunque eso tampoco hay que negarlo. Es una necesidad fisiológica, que si bien puede ser reprimida, necesita liberarse para que podamos tener una existencia plena y completa. Nuestro organismo siente el deseo sexual como algo natural, y aquí no hay moral que valga. De la misma forma que necesitamos comer o dormir, el sexo es también algo imprescindible para disfrutar de una vida plena. Por eso, tener una salud sexual sana, libre de prejuicios y represiones, nos ayudará a disfrutar mucho más de ese placer, y a enfocarlo como realmente se merece.

El sexo contra la depresión y la ansiedad

El sexo es algo que nos provoca bienestar en muchos sentidos, desde el físico hasta el mental. Es una forma de liberarnos de las tensiones, de descargar todo lo que guardamos dentro y necesitamos sacar. De hecho, el sexo es una de las pocas actividades que activan nuestro cerebro de una manera especial, sobre todo cuando llegamos a un punto de placer intenso. Siendo algo genéricos, podríamos afirmar que el sexo es como una medicina para nuestra mente, ya que nos permite despojarnos de ciertos problemas y preocupaciones, descomprimir nuestros pensamientos y dejar que el aire limpio entre de nuevo para permitirnos respirar. Esto es aun más importante en las personas que sufren algún tipo de trastorno.

La depresión y la ansiedad son las pandemias silenciosas de nuestro tiempo. Trastornos que pueden ser puntuales, pero que en muchas ocasiones se vuelven crónicos, afectando de manera directa a la vida de aquellas personas que los sufren. El estrés que sufrimos en nuestra vida cotidiana, sumado a posibles traumas y momentos de mucha tensión a los que estamos constantemente expuestos, nos hacen caer en muchas ocasiones en esos niveles altos de ansiedad. Y aunque la terapia es imprescindible para conseguir sobreponernos a estos problemas, está claro que hay cosas que ayudan mucho, como bálsamos, a reducir esos niveles. El sexo es una de las mejores soluciones contra el estrés, la ansiedad o la depresión, ya que literalmente despeja nuestro cerebro, subvirtiendo esos pensamientos negativos que podríamos tener y permitiéndonos disfrutar de algo delicioso y positivo en todos los sentidos.

Cuánto sexo necesitamos para sentirnos bien psicológicamente

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Esto es algo muy complicado de responder, puesto que cada persona tiene su propia visión sobre el sexo y sobre lo que es sentirse bien psicológicamente. Está claro que si tenemos deseos sexuales pero los reprimimos hasta obviarlos por completo, esto podría generarnos una carga demasiado problemática en nuestra mente. Lo ideal es tener una vida sexual sana y plena, y eso no llega solo con tener mucho sexo. Tiene que ver con el acercamiento que hacemos a las relaciones íntimas, con sentirnos libres de probar cosas nuevas, con no estar coaccionados para tener dichas relaciones, convirtiendo algo liberador en otra fuente de ansiedad… Los expertos recomiendan tener al menos un par de relaciones sexuales a la semana, sobre todo si tenemos pareja, pero es algo muy sui generis en realidad.

El papel de las trabajadoras sexuales

Hemos dejado meridianamente claras las ventajas que supone tener una vida sexual sana, tanto para nuestra salud física como mental. Pero, ¿qué ocurre cuando no encontramos pareja y llevamos mucho tiempo en el dique seco? ¿Debemos abnegarnos a no tener relaciones sexuales simplemente porque no encontramos a alguien con quien compartir esa intimidad? Muchos hombres sienten un deseo demasiado intenso como para no sacarlo a la luz, y de hecho, el reprimirlo puede producirle aun más problemas de estrés y ansiedad. Por eso, la solución de acudir a las profesionales del sexo es cada vez más habitual. Ha sido siempre una costumbre, a lo largo de la historia, para “saciar el deseo masculino”, pero hoy en día, y siguiendo con estas ideas ya expuestas, entendemos que en realidad es casi una aportación social. Las trabajadoras sexuales consiguen liberar de tensión y cargas mentales a los hombres que, por uno u otro motivo, no tienen relaciones con otras mujeres.